miércoles, 2 de junio de 2010

john wayne gacy "EL PAYASO ASESINO"




Gacy era un buen tipo, muchos lo consideraban como “un vecino modelo”. Atento, amable, siempre dispuesto a colaborar de forma desinteresada con las asociaciones para la mejora de la comunidad. Todo un ejemplo de ciudadano, a no ser, claro está, por las decenas de cadáveres que aparecieron, como el que no quiere la cosa, bajo su casa…

Casado, con dos hijos y homosexual reprimido, a los 26 años intentó abusar de un jovencito al que maniató. Todavía inexperto en esto de los asesinatos, el jovencito se escapó, lo denunció a la policía y el bueno de Wayne fue a parar con sus huesos en la cárcel. Lo condenaron a diez años de prisión, pero al igual que en su vida pública, Gacy fue en recluso modelo y consiguió que a los 18 meses de estar en prisión lo dejaran en libertad. Salió el 18 de junio de 1970.


Tras salir de prisión volvió a sus quehaceres, se reintegró, levantó un negocio próspero que daba trabajo, como no, a los jovencitos del barrio. Daba fiestas en su jardín multitudinarias a las que acudían las almas más piadosas de los alrededores, gente de las asociaciones en las que Gacy trabajaba, como la Defensa Civil de Chicago o los Jaycees, una especie de cámara de comercio para la juventud, y si todo esto es poco, se enfundaba su disfraz de Pogo, un payaso más terrorífico que divertido, y acudía en sus ratos libres a entretener a los niños de los hospitales y orfanatos cercanos. Un buen disfraz sin duda: ¿Quién iba a pensar que tras aquel payaso se escondía un violador, asesino y maníaco en potencia?
Gacy solía “cazar” a sus jóvenes víctimas en zonas para encuentros homosexuales –habitualmente en Bughouse Square, una zona sórdida y decadente en la que los prostitutos ofrecían sus servicios- o entre sus empleados. Con su consentimiento o habiéndolos dejados inconsciente mediante el uso de cloroformo, los conducía a su casa, donde los ataba, violaba y torturaba. Dedicaba bastante tiempo en la tortura de los jóvenes, apresándolos en una especie de garrote fabricado por él mismo y asfixiándoles hasta la inconsciencia, para esperar que volvieran en sí y volver a empezar. Finalmente los mataba y se deshacía de los cadáveres enterrándolos en el jardín de su casa o tirándolos en el río Des Plaines.
En marzo de 1978, Jeff Rignall deambulaba por la calle cuando Gacy, montado en su Oldsmobile, se paró a darle conversación y ofrecerle unas caladas de marihuana. Al parecerle un hombre amable, Rignall accedió a subir al coche, pero antes de que pudiera reaccionar, Gacy ya le había dejado inconsciente con cloroformo. Al volver en sí, el joven estaba en la casa de John, atado y siendo sodomizado con varios consoladores y un atizador de chimenea.
Cuando se hartó de él, Gacy lo dejó tirado en un descampado de Lincoln Park. Afortunadamente, Rignall consiguió sacar fuerzas para regresar a la casa de su novia. Tuvo que ser hospitalizado y sufrió daño renal permanente a causa de la gran cantidad de cloroformo que le aplicó Gacy: tras cada penetración, éste le dejaba inconsciente con dicha sustancia y, cuando volvía en sí, Rignall se encontraba en una nueva postura y escuchando lo que John decía que se disponía a hacerle. Aunque Jeff Rignall denunció lo sucedido, la policía no le hizo caso.
Robert Donnelly, universitario de 19 años, fue otra de las víctimas de Gacy que sobrevivió. Después de humillarlo y violarlo, John pasó toda la noche haciendo creer a Donnelly que lo mataría, primero jugando con él a la ruleta rusa con lo que resultó ser una bala de fogueo y después ahogándolo en la bañera una y otra vez hasta que quedaba sin conciencia. Finalmente, Gacy dejó al joven en libertad.
Aunque Robert Donnelly también presentó una denuncia, en esta ocasión fue el fiscal quien no quiso seguir adelante con la demanda, ya que creía que no era un testigo creíble: solía tartamudear y se encontraba en tratamiento psiquiátrico por el trauma causado por el ataque de Gacy, mientras que éste era un hombre respetado y querido por la comunidad.

Historia de Albert Fish el caníbal





Nacido bajo el nombre de Hamilton Fish el 19 de Mayo de 1870 en Washington D.C., Albert Fish es considerado uno de los asesinos seriales americanos más notables y estremecedores del siglo XX. A los 5 años muere su padre así que su madre lo interna en un orfanato mientras ella trabaja para mantenerse. Expuestos los niños a constantes maltratos y abusos, Fish considera que era de los únicos que anhelaba llegara la hora de los cuerazos. Desde ese momento era ya un pequeño masoquista. Hay que tomar en cuenta que desde dos generaciones anteriores, varios familiares (se dice que 7 de parentesco directo) padecían de sus facultades mentales en diversos grados al punto de que un par de ellos terminaron sus días en instituciones mentales.




Fish establece que su primer asesinato ocurre en 1910 en Wilmington Delaware cuando despacha a un hombre. Los hijos relatan que el cambio drástico en su personalidad se dio tras el primer abandono de su esposa. Como nunca se divorció legalmente, no contaron sus siguientes 3 matrimonios. Al parecer Fish padecía regularmente de alucinaciones y sus hijos lo vieron no pocas veces subir a una colina cercana a su casa, alzar el puño al cielo a la vez que gritaba 'Soy Cristo!...' otra de las bizarras conductas de Fish era pedir a sus propios niños y jóvenes vecinos que le dieran de palazos en el trasero con una tabla especialmente hecha con puntas filosas hasta que lo dejaran sangrando del trasero. Sus hijos recuerdan los extraños juegos que proponía su padre en los cuales invariablemente perdía y el castigo era que le dieran de palos en el trasero. De lo cual se colige que el dolor le causaba un placer. Fish era de los fanáticos religiosos obsesionados con la muerte, los castigos divinos y de la redención basada en el sufrimiento además recopilaba información sobre canibalismo, tema del cual cargaba los mas retorcidos artículos en si mismo a donde quiera que fuera.




En esa época de su vida comienza a obsesionarse con la idea del pecado y alucina con la religión, su única salida es sacrificarse con dolor y él mismo se autocastiga frotando su cuerpo desnudo con rosas con espinas, clavándose agujas de marinero en la pelvis y en los órganos genitales… en una ocasión fue sorprendido en su habitación totalmente desnudo masturbándose con una mano y con la otra golpeándose la espalda con un palo con clavos y a cada golpe gritaba de dolor mientras su sangre corría por sus nalgas.
En su declaración afirmó que tras matar a la niña le cortó la cabeza y partió su cuerpo en dos con una sierra a la altura del ombligo y además añade:
"...Decidí comérmela. La llevé a una casa abandonada en Westchester en la que me había fijado. En el primer piso me desvestí completamente para evitar manchas de sangre. Cuando me vio desnudo se echó a llorar y quiso huir, pero la alcancé. La desnudé, se defendió mucho, me mordió y me hizo algunos rasguños. La estrangulé antes de cortarla en pedacitos para llevarme a casa toda su carne, cocinarla y comérmela. No pueden imaginar cuán tierno y sabroso estaba su culito asado. Tardé nueve días en comérmela por completo. No me la tiré, aunque hubiese podido hacerlo de haberlo querido, murió virgen".
Confiesa además otros asesinatos cometidos así como “un deseo irresistible de comer carne cruda las noches de luna llena” y comer sus propios excrementos ( por dios!!). Sin miedo… le fascinaba bailar desnudo durante las noches de luna llena.
Declaró que a un niño de tan solo 4 años le flageló hasta que su sangre corrió por sus piernas, le cortó las orejas, nariz y ojos, le destripó y cogió su sangre para bebérsela, lo desmembró y se preparó un estofado con la parte más tierna.
Eso no es todo amigos, a un joven vagabundo lo secuestró durante dos semanas, le obligó a hacer toda clase de actos coprófagos, masoquistas y sádicos, intentó cortarle el pene con unas tijeras ( buaah) pero tal era su sufrimiento que arrepentido le dio 10 dólares y le dejó marchar.
Cuando se le preguntaba la cifra exacta de sus víctimas respondía sonriendo: “por lo menos 100” ( lo que sí es seguro un total de 15 inofensivos niños).

josef fritzl "EL MONTRUO DE AMSTERDAM"


Josef Fritzl, el electricista austriaco que mantuvo cautiva durante casi un cuarto de siglo a su hija, con la que tuvo siete hijos, ha dicho no ser un "monstruo" porque contó con la posibilidad de matar a sus víctimas sin ser descubierto y no lo hizo. Son parte de las declaraciones que Fritzl ha hecho a su abogado, Rudolf Mayer, y que éste ha revelado al diario sensacionalista austriaco Österreich. "Podría haberlos matado a todos, entonces no hubiese pasado nada. Nadie me habría descubierto", ha asegurado el jubilado de 73 años. La Fiscal del Estado federado de Baja Austria ha interrogado hoy por primera vez al carcelero de Amstetten, quien ha mostrado su "disposición a cooperar" con la justicia, ha declarado Gerhard Sedlacek, portavoz de la Fiscalía.
Fritzl encerró durante 24 años a su hija Elisabeth en un zulo bajo su casa en la localidad de Amstetten, a 130 kilómetros de Viena. Allí la violó sistemáticamente y tuvo siete hijos con ella. Uno de ellos murió al nacer y Fritzl se deshizo de él quemándolo en una horno de la vivienda. Adoptó a tres y los hizo vivir en su casa con su mujer, mientras que en el sótano mantuvo a los otros tres, que nunca vieron la luz del sol, y a Elisabeth, a la que recluyó con 18 años y que ahora tiene 42.

Más "coraje" ciudadano

Fritzl permanece ingresado en prisión preventiva en la cárcel de Sankt Pölten desde el 28 de abril. Su abogado ha anunciado que pedirá que a su cliente se le considere "irresponsable penalmente por sus problemas psiquiátricos". El monstruo de Amstetten se enfrenta a una cadena perpetua si se prueba el "homicidio por negligencia" en la muerte del recién nacido. De no ser así, las penas por violación con resultado de embarazo son de 15 años y de 10 por secuestro, pero no pueden sumarse.